La vida secreta de Dori

Soy Doris, aunque ese no es mi nombre real, claro. Mi nombre es Tom, y tengo casi 75 años. He llevado una vida bastante tranquila, o al menos lo he intentado. Siempre he sido un hombre serio, con una familia, un trabajo, y una vida “normal” según los estándares de la sociedad. Sin embargo, hay algo que he mantenido en secreto todo este tiempo, algo que he guardado bien dentro de mí. Y ese algo es que soy crossdresser.

Recuerdo la primera vez que me sentí diferente. Tenía alrededor de 12 años, y siempre veía a mi
hermana pequeña jugando con sus muñecas. Un día, cuando ella no estaba en casa, decidí probarme algunas prendas de su ropa. Aquella tarde, me puse una de sus faldas y una blusa. La sensación era extraña, pero también liberadora.


Me vi en el espejo y por primera vez sentí que estaba viendo a alguien que realmente quería ser. Pero, claro, me asusté. ¿Cómo podría yo, un chico, querer vestirme así? El miedo a que me descubrieran se apoderó de mí, así que nunca volví a hacerlo, al menos no hasta mucho después.

A lo largo de los años, me casé, tuve hijos y viví una vida que parecía la de cualquier otra persona. Pero por dentro, seguía siendo la misma. En mi interior, la necesidad de vestirme como una mujer era constante, aunque estaba perfectamente oculto bajo la capa de mi vida cotidiana. No podía permitir que nadie lo supiera, ni siquiera mi esposa. No podía soportar la idea de que pensaran que algo estaba mal conmigo, así que continué con mi rutina de hombre en público y, cuando me quedaba solo en casa, aprovechaba para ponerme ropa femenina y ponerme frente al espejo. En esos momentos, me sentía completo, aunque el secreto seguía siendo mi compañero silencioso.

Nunca le dije a nadie sobre mi pasión por el crossdressing. La sociedad de mi época simplemente no lo aceptaba, y mucho menos alguien de mi edad. Mi esposa, aunque maravillosa, nunca supo que guardaba ese lado de mí. No era que no la amara, simplemente sentía que si se enteraba, todo cambiaría, y no estaba dispuesto a arriesgarlo.

Hace unos años, cuando mi esposa falleció, me vi con la oportunidad de comenzar a hacer algo que siempre había soñado: ser yo mismo, sin ocultarme. Fue entonces cuando conocí Dafni Girls. Estaba buscando algo de apoyo, algo que me ayudara a finalmente aceptar esa parte de mí, y encontré lo que necesitaba. Desde el momento en que entré en su estudio, sentí que había llegado a un lugar donde podía ser yo sin miedo al juicio. El equipo fue increíblemente acogedor y me ayudaron a encontrar el maquillaje perfecto, a escoger la ropa adecuada y a darme ese empujón para sentirme más cómodo con mi feminidad.

Ahora, a mis 75 años, sigo siendo Tom la mayor parte del tiempo, pero tengo momentos en los que, gracias a Dafni Girls, puedo convertirme en Doris. Me pongo un par de tacones, me maquillo, me visto con algo bonito, y por un rato, siento que soy quien siempre quise ser. No me importa lo que piensen los demás, porque al final, lo que importa es cómo me siento conmigo mismo. He pasado años ocultando mi verdadero yo, pero ahora, por fin, puedo abrazarlo. Y aunque nadie fuera de mi círculo más cercano sepa que soy un crossdresser, ya no me pesa tanto como antes. Sé que este es mi camino, mi secreto liberador, y aunque tal vez no lo comparta con todos, estoy en paz conmigo mismo.

Mi vida ha sido una montaña rusa de secretos, pero al final, he aprendido que nunca es tarde para ser quien realmente eres. Y aunque el camino fue largo, ahora estoy más cerca de ser Doris, la mujer que siempre supe que estaba dentro de mí.


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